miércoles, 9 de noviembre de 2011

¿Qué es la disgrafía?

La disgrafía en los niños.


La disgrafía es la escritura defectuosa sin que un importante trastorno neurológico o intelectual lo justifique, es decir es una función intelectual que coordina los movimientos de los ojos con los de las manos y el pensamiento. Solo cuando esta función está madura es posible escribir con corrección y agilidad.



Hay dos tipos de disgrafía :

Disgrafía motriz. Se trata de trastornos psicomotores. El niño disgráfico motor comprende la relación entre los sonidos escuchados, que los pronuncia perfectamente, y la representación gráfica de estos sonidos, pero encuentra dificultades en la escritura como consecuencia de una motricidad deficiente.

Se manifiesta en lentitud, movimientos gráficos disociados, signos gráficos indiferenciados, manejo incorrecto del lápiz y postura inadecuada al escribir.



Disgrafía específica. Se muestra con una mala percepción de las formas, en la desorientación espacial y temporal, a los trastornos de ritmo, etc. Compromete a toda la motricidad fina.

Estos niños pueden presentar:

Rigidez en la escritura, con tensión en el control de la misma.

Impulsividad: escritura poco controlada, letras difusas, deficiente organización de la página.

Inhabilidad: escritura torpe, la copia de palabras plantea grandes dificultades.

Lentitud y meticulosidad: escritura muy regular pero lenta, se afanan por la precisión y el control.

Para ser detectado dentro del aula es importante precisar el grado de alteración y puntualizar el tipo y frecuencia del error gráfico, para ello se necesitará corregir diariamente las producciones del niño, destacando las fallas para reeducar con la ejercitación adecuada. De forma individual, se realizarán pruebas de dictado, prueba de escritura espontánea, copia, es donde se observará si el niño es capaz de copiar sin cometer errores y omisiones; o bien si puede transformar la letra, si el niño no logra copiar frases, se le pide que copie palabras, sílabas o letras.



Tratamiento
Corregir la disgrafía no consiste en que el niño escriba mucho, sino en que vaya venciendo las dificultades que le impiden una escritura adecuada.

Generalmente el niño disgráfico tiene una actitud negativa hacia la escritura y, en ocasiones, un auténtico rechazo hacia la misma; por ello, se proponen actividades amenas y algunas de aspecto lúdico, todo ello ayuda a recuperar la coordinación global y manual y la adquisición del esquema corporal; rehabilitar la percepción y la atención gráfica, mejorar la fluidez al escribir, corregir la postura del cuerpo, la postura de los dedos, mano y brazo, y cuidar la posición del papel.


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